viernes, 8 de enero de 2016

La experiencia, la quinta dimensión

La columnata de Bernini delante de la basílica de San Pedro en Roma, es un espacio singular. Uno de los primeros en ser diseñados para la experiencia turística (valga el anacronismo). En realidad, el Papa Alejandro VII encargó a Bernini un espacio para dar la bienvenida a los peregrinos, por primera vez,  en el Jubileo de 1675. Se estima que visitaron Roma 1.400.000 peregrinos (turistas avant la lettre) atraídos por las indulgencias y el perdón de sus pecados.
El autor, arquitecto, escultor y director de teatro Gian Lorenzo Bernini (1598 - 1680) escribió:
La iglesia de San Pedro, cual matriz de todas las demás debe tener un pórtico que muestre que recibe con los brazos abiertos, maternalmente, a los católicos para confirmarlos en la fe, a los herejes para reunirlos en la Iglesia y a los infieles para iluminarlos hacia la verdadera fe.
Un espacio universal, litúrgico con profundo simbolismo y cargado de significado que, en su forma, efectivamente, recuerda unos brazos que rodean y acogen a los visitantes.

Grabado de Piranesi. Vedute di Roma (1760)

La función de esta arquitectura era, en plena Contrarreforma, promover al fervor de los fieles y crear asombro, maravilla y encantamiento. Una narrativa en un espacio en el que los peregrinos se vean impresionados por lo magnífico de la obra.

Bendición Urbi et Orbi (1993)

Años más tarde, en 1817, el novelista Stendhal escribió:
Para apreciar, aunque sea imperfectamente, la proporción de las dos alas del pórtico que configuran la plaza, hay que recurrir a las áridas cifras. Esta gran creación de Bernini se compone de 284 columnas de mármol travertino, alternadas con 88 pilastras que componen tres galerías semicirculares; la del medio es demasiado estrecha como para que puedan cruzarla dos carrozas juntas. La columnata tiene 56 pies de ancho y 55 de alto; la balaustrada superior está decorada con otras 192 estatuas de mármol, de una altura de doce pies y medio. […] Este monumento costó 250 millones de francos.
Sorprende que, Stendhal, el mismo personaje sensible que dio nombre al síndrome del turista, (también denominado Síndrome de Florencia o "estrés del viajero"), aunque emocionado, escriba en su guía de viaje parámetros exactos, matemáticos, geométricos. Incluso el presupuesto. Esperaríamos que expuesto a obras de arte como esta, sufriera la taquicardia emocional que su síndrome describe.
Aunque él mismo también escribió:
Lo primero que debe hacer el viajero es sumergirse en la lectura de los libros que traten del destino al cual se dirige.
No son incompatibles. La experiencia se construye de datos, de lecturas, de emociones... La experiencia del viajero, del peregrino o del turista, consiste en todo lo que alimente y articule el deseo, el recuerdo memorable y la implicación con el lugar.

La columnata de Bernini es un espacio memorable. Más si conocemos su historia, sus números, sus características, sus historias y anécdotas. Actualmente, a los elementos de diseño de espacios para la experiencia turística de los que disponía Bernini en el XVII, les sumamos tecnologías no disponibles entonces. Además de recorrer las tres dimensiones euclidianas en un tiempo (la cuarta) alimentemos intensa y dramáticamente la experiencia: la quinta dimensión.

Mapping en San Pedro (2015)

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