El autor, arquitecto, escultor y director de teatro Gian Lorenzo Bernini
(1598 - 1680) escribió:
La iglesia de San Pedro, cual matriz de todas las demás debe tener un pórtico que muestre que recibe con los brazos abiertos, maternalmente, a los católicos para confirmarlos en la fe, a los herejes para reunirlos en la Iglesia y a los infieles para iluminarlos hacia la verdadera fe.
La iglesia de San Pedro, cual matriz de todas las demás debe tener un pórtico que muestre que recibe con los brazos abiertos, maternalmente, a los católicos para confirmarlos en la fe, a los herejes para reunirlos en la Iglesia y a los infieles para iluminarlos hacia la verdadera fe.
Un espacio universal, litúrgico con profundo simbolismo y cargado de significado
que, en su forma, efectivamente, recuerda unos brazos que rodean y acogen a los
visitantes.
Grabado de Piranesi. Vedute di Roma (1760)
La función de esta arquitectura era, en plena Contrarreforma, promover
al fervor de los fieles y crear asombro, maravilla y encantamiento. Una narrativa en un espacio
en el que los peregrinos se vean impresionados por lo magnífico de la obra.
Bendición Urbi et Orbi (1993)
Años más tarde, en 1817, el novelista Stendhal escribió:
Para apreciar, aunque sea imperfectamente, la proporción de las dos alas del pórtico que configuran la plaza, hay que recurrir a las áridas cifras. Esta gran creación de Bernini se compone de 284 columnas de mármol travertino, alternadas con 88 pilastras que componen tres galerías semicirculares; la del medio es demasiado estrecha como para que puedan cruzarla dos carrozas juntas. La columnata tiene 56 pies de ancho y 55 de alto; la balaustrada superior está decorada con otras 192 estatuas de mármol, de una altura de doce pies y medio. […] Este monumento costó 250 millones de francos.
Para apreciar, aunque sea imperfectamente, la proporción de las dos alas del pórtico que configuran la plaza, hay que recurrir a las áridas cifras. Esta gran creación de Bernini se compone de 284 columnas de mármol travertino, alternadas con 88 pilastras que componen tres galerías semicirculares; la del medio es demasiado estrecha como para que puedan cruzarla dos carrozas juntas. La columnata tiene 56 pies de ancho y 55 de alto; la balaustrada superior está decorada con otras 192 estatuas de mármol, de una altura de doce pies y medio. […] Este monumento costó 250 millones de francos.
Sorprende
que, Stendhal,
el mismo personaje sensible que dio nombre al síndrome del turista, (también
denominado Síndrome de Florencia o "estrés del viajero"), aunque emocionado, escriba en su guía de viaje parámetros exactos, matemáticos, geométricos. Incluso el presupuesto. Esperaríamos que expuesto a obras de arte como esta, sufriera la taquicardia emocional que su síndrome describe.
Aunque él mismo también escribió:
Lo primero que debe hacer el viajero es sumergirse en la lectura de los libros que traten del destino al cual se dirige.
Lo primero que debe hacer el viajero es sumergirse en la lectura de los libros que traten del destino al cual se dirige.
No son incompatibles. La experiencia se construye de datos, de
lecturas, de emociones... La experiencia del viajero, del peregrino o del turista,
consiste en todo lo que alimente y articule el deseo, el recuerdo memorable y
la implicación con el lugar.
La columnata de Bernini es un espacio memorable. Más si conocemos su historia, sus números, sus características, sus historias y anécdotas. Actualmente, a los elementos de diseño
de espacios para la experiencia turística de los que disponía Bernini en el XVII, les sumamos tecnologías no disponibles entonces. Además de recorrer las tres dimensiones euclidianas en un tiempo (la cuarta) alimentemos intensa y dramáticamente la experiencia: la quinta dimensión.
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