domingo, 15 de agosto de 2010

Uso o Abuso

¿Para qué necesitamos comprar y acumular CDs, discos, DVDs (o cualquier otro soporte) si podemos disponer de toda la música, toda en cualquier lugar y cualquier momento?
La esencia de la música es escucharla y no poseerla. A día de hoy, parece que así lo estamos entendiendo y modelos de negocio como 'spotify' estan reconfigurando la industria.
Cuando leo el informe de Greenpeace, 'Destrucción a toda costa. 2010', me pregunto porque no utilizamos el mismo modelo de negocio con nuestro paisaje litoral. Cambiemos la obsesión de poseer por la de usar y así mantener la costa.
Miles de segundas residencias van fagocitando y destruyendo el paisaje a cambio de un uso ridículo. El desperdicio es enorme y el acceso continúa siendo aristocrático en tanto que por mucho que repartamos el litoral en pedacitos, nunca será suficiente para todos. ¿No sería mejor usarlo en vez de poseerlo?

lunes, 9 de agosto de 2010

De qué hablo cuando hablo de paisaje

Escribe Haruki Murakami en su libro 'De qué hablo cuando hablo de correr':
´Los caminos para hacer footing se prolongan a lo largo de toda la ribera del río Charles, de modo que, si a uno le apetece, puede ir corriendo hasta donde quiera y durante todo el tiempo que quiera. Eso sí, como se trata de vías de uso compartido con las bicicletas, siempre hay que tener en cuenta que una de ellas pueda aparecer detrás de ti a toda velocidad.'
Y un poco más adelante dice:
'Así es el río Charles. Mucha gente acude a sus orillas. Cada uno lo disfruta a su manera. Unos deambulan tranquilamente, pasean al perro, montan en bicicleta, hacen footing o disfrutan del patinaje en línea. La gente se reúne en la ribera de este río como atraída por un imán.'

La lista de oportunidades geográficas para el ocio son interminables y la lista de 'aprovechamientos' ínfima. El imán del que habla Murakami es despreciado y el paisaje malbaratado...

viernes, 6 de agosto de 2010

De vacaciones

Agosto en una población de la costa. Vacaciones. Mezcla de actividades habituales y extraordinarias. Las habituales no lo son exactamente, en realidad aunque no difieran de las cotidianas, se hacen sin prisa y de otra manera, comprar el pan y el periódico paseando o en bici. Tiempo para el paseo y la bicicleta. Siempre y cuando lo permita el espacio. El litoral, la playa, la costa, el mar parece un espacio diseñado para las actividades extraordinarias… pero, ¿y las habituales? ¿Cómo diseñamos ese espacio?
Observo cómo se mueve la gente y la suma de despropósitos. La carretera general va junto a la costa rellena de vehículos. Algunos semáforos incrementan el colapso. Las edificaciones se acumulan junto a la carretera sin apenas espacio de maniobra para los automóviles (la gente, simplemente, ‘dribla’ automóviles estacionados o en marcha…). Algunos entusiastas se obstinan en ir en bici sorteando paseantes y más automóviles. Alguien habilitó un estrecho espacio entre la carretera y la playa para el paseo peatonal. Mal diseñado, no tiene principio ni final, se interrumpe, tiene pasos angostos e incluso peligrosos, no está señalizado y los coches estacionan en él obligando al peatón a ingresar en la carretera. En el interior de la población, más automóviles, la mayoría de los cuales se han puesto en marcha para recorrer un kilómetro, a lo sumo dos, pelean por los escasos metros de calles mal dimensionadas y se detienen y vuelven a arrancar ininterrumpidamente. El desbarajuste sería fácil de arreglar: invertir el orden de las prioridades peatón-vehículo.
Con el pan bajo el brazo y el sol en la cara, algunos veraneantes disfrutan
–Estoy de vacaciones…